jueves, 29 de noviembre de 2012

Hoy vi amanecer.



Si, hoy lo detuve todo para ver amanecer. 

No es la primera vez, por supuesto; de hecho, llevo varios días ya levantándome antes que el sol. Pero sí es la primera vez en mucho tiempo que me siento a ver cómo amanece sin hacer nada más. 

Esta vez no lo vi a retazos, como suelo hacerlo cuando estoy despierta tan temprano, echando miraditas de vez en cuando por la ventana, captando el proceso como en pequeños flashes, mientras sigo haciendo cualquier otra cosa. No. Hoy lo detuve todo cuando comenzó a clarear, y me senté entre la cortina y la ventana para evitar que la luz artificial del apartamento me molestara con su reflejo en el cristal. 

No fue un amanecer glorioso, con un estallido triunfante de luz y de color como el de la foto de arriba. (Esa la tomé hace unos días. Hoy no hubo cámaras entre el amanecer y yo.) El de hoy fue un despertar tranquilo, un ligero clarear entre la bruma, un destacarse apenas del perfil de las montañas, un reverdecer suave de los negros árboles, una tímida retirada de la luna detrás de una nube.

No hubo más. Las aves no alzaron vuelo. La gente no abrió las ventanas para respirar el aire nuevo. Ni siquiera encendieron las luces. Hacía frío y el mundo prefirió seguir amodorrado otros cinco minutos. 

Para cuando abandoné mi puesto, las luces de la carretera cercana ya se habían apagado y el tráfico comenzaba a renacer. Mis ojos estaban descansados y el espíritu tranquilo, como si hubiera recién salido de una meditación. 

Sería bueno parar el mundo, mi mundo, más a menudo.

Elena

1 comentario:

  1. Qué bonita experiencia!
    La luz del nuevo día me sorprende caminando, hay amaneceres más deslumbrantes que otros, pero siempre nos dejan esa sensación de paz.
    Besos!

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"Sólo vivir no es suficiente...
uno necesita un poco de sol,
de libertad,
y alguna pequeña flor"

Hans Christian Andersen
 
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