jueves, 8 de noviembre de 2012

Sobre la organización de los libros.



Al llegar el librero nuevo y organizar allí todos los libros de mi esposo, que no son pocos, quedó vacío un bonito y pequeño librero de madera que decidí ocupar con mis propios libros. Entonces surgió el tema de cómo organizar mis libros y demás materiales. 

 Me vi en la necesidad de clasificarlos, y es la primera vez que lo hacía. Así descubrí que mis libros se dividen mayormente en tres grandes grupos: 

1. Literatura 

2. Manuales de idiomas 

3. Filosofía y otras enseñanzas para el desarrollo del espíritu 

 Encontré que este último aún puede ser dividido en dos subgrupos: 

3a. Los que tengo a mano y donde todos pueden verlos 

3b. Los que prefiero que queden ocultos a la vista ajena. 

Esta última clasificación me sorprendió a mí misma y me hizo preguntarme el porqué de semejante preferencia. ¿Acaso me avergüenzo de algunas de mis inclinaciones espirituales? La respuesta que vino desde lo más profundo es NO, pero sí me molesta que otras personas vengan a preguntarme cosas sobre temas que aún estoy estudiando, o peor aún, que vengan a cuestionarme la dirección de mis estudios. En ambos casos encontré que la molestia viene mayormente porque aún no me siento preparada para dar este tipo de explicaciones y porque siento que, como diría José Martí, “hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas”. Prefiero, pues, que me pregunten sobre literatura o idiomas. 

Aclarado todo esto, la distribución de mi pequeña biblioteca fue pan comido, como quien dice, y quedó de la siguiente forma: 
  • Al librero pequeño, que está al lado de los dos únicos sillones del apartamento –o sea, a la vista de todos-, fueron a parar todos mis libros de literatura, organizados por afinidad de temas o por simple gusto. ¡Aún así sobró espacio!
  • Sobre mi escritorio quedaron, junto a unos cuadernos de dibujo y el cuaderno con mi diario actual, los manuales de idiomas, un par de libros de Martí que me gusta tener a mano porque me inspiran, y unos pocos libros de el subgrupo 3a, sobre todo los de filosofía y algún otro que estoy estudiando en estos momentos.
  • En la estantería con puertas que está en el dormitorio –donde nadie entra a fisgonear- encontraron su espacio el resto del subgrupo 3a y los del subgrupo 3b, junto a todos los cuadernos llenos de mi diario personal y muchos materiales relacionados con los viajes que hemos hecho y los lugares que hemos visitado. 
Lo que he aprendido de esta experiencia: 
  • Cuáles son las líneas hacia las que va naturalmente orientada mi formación, cosa que no tenía clara hasta ahora. 
  • Qué tipo de libros prefiero tener al alcance de mi mano, y no en un librero aunque este se encuentre a unos pocos metros de distancia. 
  • Que cualquier simple actividad, como la organización de unos cuantos libros, si se elige afrontarla a conciencia, puede ser un excelente pretexto para explorar nuestro interior, el por qué de nuestras decisiones, y avanzar en el camino del conocimiento de uno mismo. 

Elena

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